En poco menos de un mes, Sergio García ha pasado de ser el objeto de deseo de Pramac y Trackhouse, que presionaban a los agentes del español para que no movieran un dedo sin hacérselo saber antes, a comenzar a digerir que tendrá que seguir una temporada más en Moto2, independientemente de que se corone campeón.
La trayectoria y la inercia del piloto de Burriana, de solo 21 años, lo convierten en el corredor con mayor proyección de la categoría de plata. Recién superado el ecuador del campeonato, García lidera la tabla general, con 18 puntos de ventaja sobre Ai Ogura, su primer perseguidor, después de llevar a cabo una heroicidad el pasado domingo, en Silverstone, que le catapultó desde la 20ª plaza que ocupó al cruzar la primera vuelta, hasta la cuarta, al pasar bajo la bandera de cuadros.
No obstante, nada de eso parece suficiente para proporcionarle la promoción a MotoGP el año que viene. Una auténtica bofetada que aún le dolerá más si tenemos en cuenta que Ogura está a un paso de convertirse en compañero de Raúl Fernández en Trackhouse, y que Somkiat Chantra ultima su incorporación a LCR, en sustitución de Takaaki Nakagami. Tanto el japonés como el tailandés han rendido por debajo del castellonense, siendo eso un factor menos decisivo que otros.
Hasta el Gran Premio de Alemania, la cita que marcó el parón estival, García era pretendido por, al menos, Trackhouse y Pramac. Motorsport.com entiende que el empeño y los recursos de Yamaha en su nueva escudería satélite llevaron a los ejecutivos de la estructura norteamericana a buscar una alternativa. La respuesta a ello fue Ogura, cuyo anuncio está solo pendiente de los últimos detalles del contrato. Con esa ecuación ya resuelta, todo parecía dispuesto para que Sergio recalara en el equipo de Paolo Campinoti, que también mantenía contactos con Tony Arbolino, por si la vía del castellonense no se concretaba.
“Sergio es muy trabajador, me gusta mucho como pilota, es muy fino”, dijo del joven corredor español del MT Helmets de Moto2. Ha hecho una trayectoria parecida a la mía. Con Pons no le fue tan bien, pero con la SpeedUp está yendo muy rápido. Se lo he dicho a Yamaha. No es decisión mía, pero es bueno que escuchen a los pilotos”, decía de él Fabio Quartararo, punta de lanza del proyecto Yamaha, en Sachsenring, antes de irse de vacaciones. Nada más volver, en Gran Bretaña, el francés se puso a favor de Arbolino. “Está preparado para dar el salto a MotoGP. Yo sé lo que se está entrenando y lo que puede dar. Es verdad que es mi amigo, pero no apuesto por él por eso”, comentó acerca de su colega.
Lejos de Pramac, paralelamente se fueron moviendo aquellos que todavía no habían cerrado su alineación. Básicamente, VR46, Gresini y LCR. La permanencia de Fabio Di Giannantonio en la formación de Valentino Rossi no se discutió en ningún momento, y menos aún después de que el romano acordara su futuro directamente con Ducati.
Al ‘rescate’ del australiano Jack Miller
En ese sentido, la lógica llevaba a pensar en Fermín Aldeguer como compañero de Diggia. Ese escenario era el que mejor le encajaba a la compañía de Borgo Panigale, que ató al murciano en enero bajo la promesa de hacerle un hueco en MotoGP, en 2025. El fichaje de Aldeguer por VR46 dejaba abierta la posibilidad de que Jack Miller, a quien KTM ha acompañado hasta la salida de su proyecto, pudiera recalar en Gresini.
A pesar de no haber cumplido todavía los 30 años, Miller es uno de los miembros más experimentados de la parrilla; ha corrido con tres marcas distintas (Honda, Ducati y KTM), y sigue siendo uno de pilotos con más carisma, no solo en Australia, país del que es su único representante en MotoGP. De hecho, Motorsport.com ha podido saber que el grupo Linfox, una de las compañías de transporte más grandes de Australia, y propietaria del circuito de Phillip Island, mantuvo recientemente varias conversaciones con Nadia Padovani, propietaria de Gresini, a quien se le planteó una operación de compra. Finalmente, la viuda de Fausto Gresini, el fundador, optó por no vender. De haberse materializado la operación, Miller hubiera vuelto a subirse a una Ducati, en este caso de la escudería de Faenza, con total probabilidad.
La negativa de Padovani, en cualquier caso, no invalidaba la hipotética llegada de Aldeguer. El estrecho vínculo de Valentino Rossi con Franco Morbidelli, sí. El cambio de suministrador de Pramac, que dejará su relación con Ducati para pasar a competir con prototipos Yamaha, cerraba cualquier posibilidad de que Morbidelli permaneciera, habida cuenta de su anterior relación con el constructor de Iwata. Al rescate de su pupilo apareció Il Dottore, que le acogerá en VR46, ocupando la vacante que Ducati consideraba ideal para Aldeguer. El compromiso adquirido por la fábrica boloñesa con el español le llevará a convertirse en el remplazo de Marc Márquez en Gresini cuando el #93 se vista de rojo.
Con las incógnitas anteriores resueltas, la única moto que todavía no tiene dueño es la segunda M1 de Pramac, que ya cerró hace días a Miguel Oliveira.
A priori, García era el candidato ideal para esa segunda Yamaha, porque cumplía muchos de los requisitos que buscaban los ejecutivos de la marca de los diapasones. Es joven y desborda talento, y su vigorosidad mezclaría perfectamente con la contrastada experiencia de Oliveira.
El problema es que compite con Miller, que ya dejó grandes vínculos en Pramac y que, además, tiene de su lado a los poderes fácticos del certamen, muy enfocados en la vertiente comercial, como es lógico, y que harán todo lo que esté en sus manos para evitar la salida del único piloto ‘aussie’ que hay en la parrilla.
La prueba de ello es la reunión que mantuvieron el pasado fin de semana, en Silverstone dentro del camión de Pramac, el propio Miller y Aki Ajo, su representante, con los directivos del equipo de Campinoti y en la que también estuvo presente Dan Rossomondo, el director comercial del Mundial.