Según ha podido saber Motorsport.com, la idea del órgano que articula y da validez a cualquier cambio en la normativa es ratificar este cambio en su próximo encuentro, inicialmente programado para la previa de la siguiente parada del calendario, prevista para dentro de diez días –el Gran Premio de Emilia Romagna–, en el circuito Marco Simoncelli.
Al igual que ocurre en la actualidad, las escuderías que utilicen propulsores suministrados por aquellos constructores que gozan del nivel más elevado de flexibilidad gracias a las concesiones (Yamaha y Honda), quedarán exentos de la congelación, siempre que no logren los resultados que les lleven a cambiar de tramo. Esta estrategia ya se implementó en el Mundial de MotoGP en el pasado, como respuesta a los estragos que provocó la pandemia. En aquella ocasión, los motores se congelaron desde inicios del 2020 hasta finales de 2021.
La medida se enmarca en la voluntad de los estamentos que rigen el campeonato de contener la inversión de las fábricas, cuando quedan menos de tres cursos por disputarse con el marco técnico vigente, antes de la sacudida anunciada para 2027. Entonces, los motores de 1000cc darán paso a una versión más reducida, de 850cc, y esto irá acompañado de una restricción considerable de los elementos aerodinámicos y otros dispositivos, como, por ejemplo, los reguladores de altura.
En estos momentos, los equipos están obligados a homologar sus motores antes de la primera parada del calendario. Los comisarios de la Asociación de Equipos (IRTA) son los encargados del proceso de sellado de las unidades de potencia, y de los chequeos que se realizan durante el ejercicio. Una vez se dé luz verde a esta variación, los propulsores serán homologados, como muy tarde, en la previa del Gran Premio de Tailandia que abrirá la próxima temporada, el 2 de marzo del año que viene.
Si hasta ahora esos componentes no podían modificarse hasta una vez terminado la última carrera, la especificación certificada en Buriram tendrá que ser la misma empleada hasta que concluya 2026. Existen contadas excepciones que sí permiten realizar retoques, como, por ejemplo, si se demuestra que la voluntad de romper el precinto responde a motivos de seguridad del componente.
De hecho, en agosto de 2020, Yamaha solicitó abrir los propulsores de las M1 de Valentino Rossi y Maverick Viñales, argumentando un problema con las válvulas, en una petición que provocó bastante recelo en el resto de representantes de la Asociación de Constructores (MSMA).