La marca no ha reconocido públicamente estar trabajando en un cambio en el concepto del propulsor de su moto. Las únicas referencias en este sentido han sido las respuestas, muy vagas, que han dado los pilotos de la escudería, Fabio Quartararo y Alex Rins, ante las preguntas de las periodistas. “Yamaha debe tener en cuenta todos los conceptos de motor”, respondía el Diablo, recientemente, sin dar más detalles de un tema que parece tabú entre los miembros del constructor de Iwata. Sin embargo, una fuente de la compañía confirmó el pasado fin de semana a Motorsport.com, en el circuito Marco Simoncelli, que el proyecto no solo está en marcha, sino que avanza a paso ligero.

Yamaha contrató hace un par de años como consultor externo a Luca Marmorini, un ingeniero con mucha experiencia en la competición, y que anteriormente trabajó en la Fórmula 1 con Ferrari y Toyota. Tras su etapa en los monoplazas, el italiano fue clave en la optimización del rendimiento y el aumento de fiabilidad de la unidad de potencia de Aprilia. Nada más firmar con Yamaha (2022), Marmorini ya advirtió internamente de la necesidad de plantearse abandonar la naturaleza de cuatro cilindros en línea, para pasar a la configuración en V, la opción mayoritaria en la parrilla. La casa japonesa, que en la década de los años ochenta, la era de las motos de 500cc, sí que corrió con una variante de cuatro cilindros en V, es la única que mantiene el perfil de cuatro en línea. Motorsport.com entiende que Yamaha quiere poner en pista un propulsor en V, de 1000cc, antes de que, con vistas a 2027, entren en escena los de 850cc.

Desde que comenzó este ejercicio, y gracias a la flexibilidad que ha ofrecido el sistema de concesiones, tanto Quartararo como Rins han ido probando distintas especificaciones de motor, aunque ninguna ha dado los resultados esperados. La última, este lunes, en la jornada del test posterior al Gran Premio de San Marino.

Con la llegada a la dirección técnica de Max Bartolini, ex mano derecha de Gigi Dall’Igna en Ducati, a principios de año, Yamaha anda metida en una etapa de transformación que busca recuperar la competitividad de un prototipo que fue campeón en 2021, con Quartararo, y que desde entonces ha ido perdiendo pegada con el paso de las temporadas.

En 2025 volverá a disponer de un equipo satélite después del acuerdo firmado con Pramac, y también aspira a hacerse con los servicios de Augusto Fernández en el papel de probador, habida cuenta de los problemas físicos que arrastra Cal Crutchlow. Además del español, tampoco es descartable que Andrea Dovizioso, que recientemente ya sustituyó al británico en un entrenamiento privado en Misano, pueda unirse al proyecto que busca recuperar la competitividad de la M1.

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