Desde el domingo pasado, cuando Jorge Martín cruzó la meta en la tercera posición del último gran premio del curso, fueron muchos los miembros del paddock del Mundial de MotoGP, así como aficionados, que levantaron la mano para disculparse ante Ducati. La marca de Borgo Panigale se pasó más de un año asegurando que los cuatro pilotos que competían con la última especificación de su moto, la Desmosedici, iban a disponer exactamente de la misma cobertura técnica para afrontar el asalto al título.
Eso implicaba a Pecco Bagnaia, el campeón, y a Enea Bastianini, su vecino en la escudería oficial; y a Martín y Franco Morbidelli, la pareja que competía bajo el paraguas de Pramac Racing, la única formación con apoyo directo del constructor. A pesar de la insistencia de todos los ejecutivos de la compañía de las motos rojas, tanto de Claudio Domenicali, el CEO, como de Gigi Dall’Igna, el director general, la gran mayoría de la caravana itinerante que sigue el certamen no se lo terminaba de creer. En parte, esa reacción mayoritaria era lógica.
¿Cómo iba Ducati a permitir que un equipo satélite fuera campeón con su moto? Pues donde muchos consideraron esa posibilidad una amenaza para el buen ver de la marca que más cuida su imagen, sus responsables identificaron una oportunidad para darle la vuelta al discurso establecido, y dar otra campanada.
Apenas una semana después de que Martín saliera campeón del ‘Circuit’, después de protagonizar un delicioso toma y daca con Bagnaia, que aceptó la derrota como un caballero, la percepción general es que el plan de Ducati salió redondo para el fabricante de Bolonia, que ha convertido una derrota en un triunfo histórico. Y no solo porque el campeón emulara a Valentino Rossi, el último que hasta ese momento se había encasquetado la corona como parte de un equipo independiente, en 2001, con Honda y en la era de los motores de dos tiempos (500cc).
Si bien es cierto que Martín ya forma parte de Aprilia, con quien debutó el pasado martes en el test colectivo que se llevó a cabo en Montmeló, que nadie se lleve a engaño ante la posibilidad de que el madrileño pueda lucir el dorsal #01; algo que, muy probablemente, todavía no tenga decidido. “Si Jorge quiere, Aprilia se llevará el #01, pero lo que no se llevará es el título”, explica Mauro Grassilli, director deportivo de la firma italiana, en conversación con Motorsport.com.
Seguramente, el sentimiento de pertenencia del cliente de Ducati es el más fuerte de entre los que compiten en MotoGP. En este caso y, con matices, ocurre algo similar al caso de Ferrari en la Fórmula 1. Esa misma colectividad es sobre la que se ha creado la campaña que preside la web de la marca, bajo el título de ‘Los Cuatro Fantásticos’, en alusión al póker que forman Martín, Bagnaia, Marc Márquez y Enea Bastianini en la zona alta de la tabla de puntos. Esa es la manifestación explícita del trato tan ecuánime que ha dado Ducati a sus pilotos. Con esa idea en mente, era importante mantenerse coherente en el mensaje, incluso en momentos delicados, como cuando se confirmó la marcha de Martín.
“Era importante que transmitiéramos que, a pesar de que se fuera a Aprilia, nosotros mantendríamos nuestra promesa y él podría competir en igualdad de condiciones”, añade Grassilli. Como experto en marketing, el trabajo de este recién llegado –debutó este curso en sustitución de Paolo Ciabatti– también pasó por explicarles a los patrocinadores del garaje oficial, que cabía la posibilidad de que ganara una Ducati pero no la suya, sino la satélite.
En la previa del test en Montmeló, Motorsport.com se sentó con Dall’Igna y le preguntó por la estrategia detrás de la decisión de no atar en corto a Pramac. “Al final, gana nuestra moto y nuestra imagen. No nos podíamos permitir no cumplir, y creemos que lo sucedido demuestra que nuestros valores son potentes y que nosotros somos consecuentes con ellos”, puntualiza el ingeniero más influyente de la era moderna en MotoGP, cuya influencia en Ducati va mucho más allá del mero diseño de los prototipos.
De hecho, su apoyo a Martín llegó hasta el último momento, como lo demuestra el consejo que le dio el mismo domingo de la carrera en Montmeló. “Gigi me recomendó que saliera con la goma trasera media, cuando Pecco salió con la blanda. Pero era la que me iba mejor a mí. Siempre me sentí arropado al máximo”, contaba Martín, en medio de las celebraciones.
Gigi Dall’igna, Enea Bastianini, Ducati Team
Artur Vilalta es el responsable de comunicación de Ducati en el campeonato. Él, junto a Grassilli, se ha encargado de marcar una línea de coherencia en el discurso que proyectaban las voces más representativas, con la de Dall’Igna por encima del resto. “Había que estar preparados para responder según qué preguntas en según qué momentos. Hubo quien parecía convencido de que Ducati no dejaría ganar a Martín, algo que se confirmó como falso”, cuenta el catalán, en conversación telefónica.
Más importante que el discurso adoptado era, incluso, la gestión que Ducati tuvo que hacer de Pramac, a quien suplía con siete ingenieros propios. La pulcritud de Dall’Igna y el esmero en evitar que nadie pudiera tener el menor atisbo de duda sobre el trato dispensado a la tropa de Paolo Campionoti se puede explicar a partir de un detalle muy importante: Dall’Igna decidió congelar el desarrollo de la GP24, la moto de Martín y Bagnaia, después del Gran Premio de Gran Bretaña, para asegurarse de que ambos dispondrían de las mismas armas para jugarse el cetro de campeón.
Ni siquiera eso evitó que los más descreídos confiaran en que Ducati mantendría su palabra, algo que, sin duda, el título de Martín sí ha conseguido. Nunca antes una ‘derrota’ había provocado tanta satisfacción.
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