El MotoGP está en constante evolución y, entre una carrera y la siguiente, no hay tiempo para detenerse, pues el riesgo es quedarse (muy) atrás. Por esto, varios equipos de la categoría reina viajaron a Misano inmediatamente después del Gran Premio de Austria para probar y, por qué no, entrenar de cara a las próximas citas del Campeonato del Mundo.
Todas las miradas estaban puestas en Yamaha, que eligió la pista italiana para dos días de pruebas con sus pilotos oficiales, aprovechando las concesiones de las que disfrutan este año. Fabio Quartararo y Alex Rins salieron a pista con la M1, pero también llamó la atención Andrea Dovizioso, presente como piloto probador en sustitución del todavía lesionado Cal Crutchlow.
Pero había una Yamaha más que despertó curiosidad y atrajo a todo el mundo: era la R1 con el número 46. Así es, Valentino Rossi no dejó pasar la oportunidad de enfundarse el traje y el casco y volver a hacer lo que más le gusta: pilotar una moto. En su nueva vida sobre cuatro ruedas, el Doctor se lleva muchas satisfacciones, pero la llamada de las dos ruedas es como el canto de sirena de Ulises: irresistible.
Así, el nueve veces campeón del mundo completó unas vueltas en su circuito de casa, acompañado también por “sus chicos”, ya que estuvieron presentes Pecco Bagnaia, Marco Bezzecchi y Franco Morbidelli, que aprovecharon para salir a la pista y entrenar con la Panigale V4S. Michele Pirro, de Ducati, también estuvo presente para probar el “laboratorio” de la GP24.
Muchos otros pilotos aprovecharon la oportunidad de probar en Misano (donde este año se celebrarán dos Grandes Premios): Dani Pedrosa rodó con la KTM, bajo la atenta mirada de Pedro Acosta, que acudió a Romaña para seguir de cerca el trabajo de desarrollo del fabricante de Mattighofen y comprender mejor la mecánica de MotoGP. El debutante también completó algunas vueltas con la moto de Moto2. El equipo Gresini también salió a la pista, pero con dos pilotos de Moto2, Manuel González y Albert Arenas.